La Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y a
Alicante nació en el año 1856. Su origen se remontaba a la
alianza empresarial entre José Salamanca y la Sociedad
Española Mercantil e Industrial (SEMI) que impulsaba el
grupo Rothschild. La nueva compañía ferroviaria, conocida
por las siglas MZA, se hizo cargo de la concesión de la
línea de Madrid a Zaragoza, a la que unió la línea ya en
construcción de Madrid a Alicante. A partir de este momento
inicia un proceso expansivo que se centraría con preferencia
en las zonas centro, sur y este de la Península Ibérica. A
partir de 1875, la Compañía ampliaba la red mediante la
anexión de otras compañías de ferrocarriles que se
encuentran en explotación, con la absorción de las líneas de
Córdoba a Sevilla, Sevilla a Huelva, Ciudad Real a Badajoz,
Ciudad Real a Madrid, Mérida a Sevilla y Aranjuez a Cuenca.
La última concesión de importancia que se sumaría a las
líneas de la compañía madrileña fue la de Valladolid a Ariza
en 1895.
Al iniciarse el siglo XX, MZA explotaba un total de 3.650
kilómetros, de ellos 2.927 pertenecían a la llamada Red
Antigua y 723 a la Red Catalana. En esta última se
integraban las líneas de la Compañía de Ferrocarriles de
Tarragona a Barcelona y Francia, mientras en la Red Antigua
de MZA figuraban el resto de líneas que explotaba la
compañía. Ambas iniciarían la explotación conjunta a partir
de 1925, tras su integración en el Estatuto Ferroviario.
La crisis generalizada en el ferrocarril español haría,
también en el caso de MZA, cada vez más necesaria la
aportación del Estado, a través de la Caja Ferroviaria.
Finalmente, en 1941, la Ley de Ordenación Ferroviaria
propició el nacimiento de una nueva empresa ferroviaria de
carácter nacional que integraría a todas las líneas de vía
ancha en España (RENFE). MZA y todas sus líneas pasaron a
formar parte de la nueva compañía nacional a partir de ese
momento.